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En lo profundo de la selva, la tierra roja está salpicada de innumerables ríos y arroyos, muchos de los cuales forman cientos de cascadas en toda la región. Algunos de ellos colapsan tumultuosamente en el vacío desde alturas equivalentes a la Estatua de la Libertad o, curiosamente, caen de lado durante varios kilómetros.
Este bosque subtropical, compartido por Paraguay, Argentina y Brasil, fue y está habitado ancestralmente por un orgulloso grupo étnico: los guaraníes, y alberga los restos de antiguas misiones españolas, una vez ciudades dentro de los muros, ahora inquietantes reliquias de la época colonial, escenario de una de las experiencias más fascinantes de América.
Estas misiones se consolidaron en América Latina durante el siglo XVIII, siendo testigo del encuentro entre los jesuitas y los pueblos originarios de América. Recorrer esta zona enriquece a quienes quieren ser protagonistas de un viaje mágico donde las costumbres y la naturaleza dejarán una huella permanente en los recuerdos.
A medida que avanza, la vegetación crece; cubre completamente el cielo en algunos tramos. La tierra húmeda se enrojece, el río se agita, sus turbulencias aumentan, lo que, asociado a un estruendo creciente, nos advierte que estamos llegando a un lugar diferente e imponente. Esa sensación de vértigo, la atmósfera selvática y el constante estruendo ensordecedor lo recordarás toda la vida.
Adentrarse en un sendero selvático en un gran estado de conservación hacia el corazón de la Selva es una experiencia única y fascinante. En la selva, el silencio solo es interrumpido por el canto de los pájaros, el viento que sopla y los sonidos de los animales.
¿Te imaginas un río que cae de lado? No es tan lógico, ¿no? Sin embargo, ese lugar existe y es otra maravilla de la naturaleza en la región donde el agua domina el paisaje. Aquí sentirás la fuerza abrumadora del agua en tu piel, no en vano los indígenas lo llamaron "Moconá", que significa: Se traga todo.
Todos los sentidos están invitados a unirse a la experiencia en un sendero selvático en el corazón de la selva, oliendo el aire fresco y las hierbas húmedas, admirando la vasta vegetación y el suelo rojo, y escuchando el viento que sopla y los sonidos de las aves.
Durante el siglo XVII, los jesuitas y la tribu guaraní cumplieron uno de los capítulos más relevantes de la Historia de la Humanidad. Mostraron un estilo de vida social, cultural y religioso que era el único de su tipo.